sábado, 13 de diciembre de 2014

El camino de la estupidez...

Definitivamente la analogía del diputado por La Romana, Eugenio Cedeño, al colar al debate sobre el aborto el caso de su perrita Tachy no hace más que poner en tela de juicio su capacidad de análisis.

El diputado alegaba que, así como uno hace cuando la perra de su casa es preñada por un callejero, dejar que los perritos nazcan y luego regalarlos a una familia que pueda quererlos porque uno no los quiere, deberían hacer las mujeres victimas de violación e incesto: parir y luego darlo en adopción.

La intención fue buena, muy buena, pero y cito a un personaje animado al decirlo: "el camino de la estupidez está pavimentado con buenas intenciones". Lo cierto es que con los caninos se hace eso, pero, lamento matar la teoría del diputado al decir que: a diferencia de las perras, las mujeres duran nueve meses de gestación; en los cuales tienen que soportar malestares, gastar dinero, mucho dinero, experimentar cambios físicos y emocionales, presión social durante y después (por haber sido violada y luego por regalar), frenar el estilo de vida (aun cuando no sea embarazo de riesgo); todo esto sin mencionar el tema hormonal. No sé de caninos (tampoco el diputado), pero los expertos (científicos y sicólogos) aseguran que la vida de una mujer no es igual luego de haber dado a luz y que, si regala a la criatura, experimenta sentimientos de culpa y hay casos en que este llega a ser tan grande que se aventuran a buscarle muchos años después.

¿Correrá el Estado con los gastos, atenciones y cuidado sicológico de las mujeres destinadas a parir para luego dar en adopción? O sea, ya que si abortan irán presas y el estado en que están fue causa de un delito... digo yo... que el Estado debe velar por el cumplimiento de las leyes ayudando a ello mediante intervención en los casos que lo ameriten.

Lo cierto es que sí, definitivamente, sería buenísimo, encomiable, grande, que todas las mujeres que no puedan querer a un hijo no buscado decidieran dar en adopción porque, a final de cuentas, el hijo que viene no tiene culpa de nada; pero no debe ser una imposición. Muchos citan los efectos negativos en la personalidad de una persona que vino al mundo sin deseada: inseguridad y sensacion de rechazo constante una vez son adultos son solo dos de las tantas. Creo que el tema debe dejar de ser discutido por personas que no saben nada al respecto, y en esto incluyo a la iglesia. Deberían integran profesionales que traten los casos y que sean ellos quieres argumenten. Un legislador está para hacer leyes, pero en un Estado "soberano" deberian ponderarse muchos puntos que pocos se disponen a ver.

No se puede ignorar que su intervención fue muy buena y razonable, hasta que llegó a ese ejemplo, todo iba muy bien.