viernes, 12 de septiembre de 2014

¿A caso nadie los ve?


No sé cuándo se multiplicaron ni por qué se empeñan en cruzarse en mi camino.
Solo sé que están aquí y no es gracioso.

Son como un addendum a las plagas de Egipto que, para desgracia mía, vinieron a caer en pleno Santo Domingo.

No importando el día, la hora, el sitio o estado del clima, ahí están.
Tan iguales al resto y tan distintos a mí.
Tan malditamente distintos a mí.

Los encuentro en el cine, los parques, las calles, las tiendas...
Están en todas las esquinas, películas, telenovelas...
Aparecen hasta en mis sueños los muy condenados... creo que los llamaré pesadillas.

Tal vez me odio más a mí que a ellos, a final de cuenta, ¿qué culpa tienen?
Su único pecado es haber existido en el mismo tiempo que yo.
Solo que con condiciones envidiables.

Pero es complicado.
Por un lado verles me inspira.
Les veo y siento que el mundo no está tan mal como muchos piensan.
Que tiempos mejores están por venir, que hay esperanza.
Pero eso es solo cuando les pienso con la cabeza fría.

Cuando me agarran desprevenida pienso que han sido enviados por el mismo Diablo para mortificarme.
Que su única misión es restregarme en la cara lo dichosos que son.

Luego me acuerdo que el universo no gira a mi alrededor y se me pasa.