Adaptarse, según WordReference, es:
1. Acomodar, ajustar una cosa a otra.
2. Hacer que un objeto o mecanismo desempeñe funciones distintas de aquellas para las que fue construido.
3. Acomodarse una persona mental y físicamente a diversas circunstancias:
Claro está que eso de la adaptación no es, en ninguna de sus definiciones, algo sano.
Adaptarse es, según muchos, la forma más fácil de sobrellevar cualquier situación. Es tan miserable esa salida.
Se nos manda a adaptarnos a la mediocridad que arropa el país; a que todo se resuelva con dinero; a que la política sea cómica y la policía iletrada; a que la educación pública sea un desastre y la privada una estafa; al doblecarismo; a pagar mensualidad completa sin recibir clases; a los profesores mediocres y a los que dicen que nadie le saca un 100; a estudiar algo que deje dinero porque la cosa 'tá dura'; a decir lo que conviene por miedo a que se nos cierren puertas; a vivir de las relaciones y dejar para último la preparación; a convertir la ciudad en vertedero y luego decir que el Alcalde no está haciendo su trabajo; a ir a clínicas privadas porque las públicas son un desastre; a ver cómo la constitución se viola a cada rato sin que pase nada.
El problema de adaptarse es que, al hacerlo, el mensaje que se manda es que todo está bien y que nada debe cambiar a parte de nosotros claro. Adaptarnos es una de las acciones más cobardes que pueden hacerse. Y con ella viene el descontento y luego la resignación; nos acostumbramos a que las cosas sean de tal o cual forma a pesar de que creamos que no es lo correcto. Pero bien dicen por ahí: Cuando uno no vive como piensa termina pensando como vive. Así que sí, terminaremos pensando resignadamente.
Perdón mundo pero soy anti-adaptación.