sábado, 28 de junio de 2014

Personas que da gusto conocer...

Hace ocho días conocí a una de esas personas que da gusto conocer. Entró poco después que yo e inmediatamente robó la atención de todos los que allí estábamos. Su rostro decía muchas cosas, pero su voz... su voz obligaba a que le prestáramos atención.


Inmediatamente empezó a hablar supe que valdría la pena escucharlo. Inició y, como quien sigue un guión, fue diciendo las cosas que yo quería y necesitaba escuchar. Respondía mis preguntas aún sin yo saber que quería hacerlas. Era como que leía mi mente. Y eso me gustaba.


Habló de sus inicios y en cada palabra se le notaba, no se si por la fluidez que empleaba o la forma en que hacía inflexiones donde sentía hacerlas, que no mentía. Es una de esas personas con las que me gustaría hablar o más que hablar, oírles hablar por mucho rato.


Nos contaba cómo, a fuerza de esfuerzo y mucha dedicación, había logrado lo que en repetidas ocasiones llamó su sueño. Dijo que, a pesar de no ser fácil, al final todo fue para bien. Afirmó haber logrado las cosas que se había propuesto. Y como está el mundo ahora mismo, escuchar a alguien decir que ha logrado sus metas es jarabe para la frustración.


Al hablar, sus ojos parecían estar buscando entre sus recuerdos qué contar. Y lo hizo bien. Dio detalles de cómo habían cambiado las cosas desde sus inicios, de cómo la tecnología vino a facilitar muchas cosas de su trabajo y de cómo muchos nuevos profesionales se iban adentrando en el área y se hacían exitosos.



Habló de Dios y de cómo los que no hacen nada tachan de suerte lo que él llamó el Binomio de Capacidad y Oportunidad, de cómo la disciplina ayuda en todos los aspectos de la vida no importando la religión, edad o profesión. Decía que la constancia era clave para lograr lo que se quiere, al igual que la determinación.


Dijo que hay que saber para dónde se quiere ir y trabajar por ello. Afirmó trabajar lo que le gusta y dijo incluso que podría hacerlo aún sin paga. Pero también dijo lo bueno que era cobrar por hacer algo que te gusta -risas-. Y ese fue un buen punto, no importando qué sea lo que uno quiere hacer, si se tiene dedicación, se puede vivir de ello. Solo hay que tener enfoque y muchas ganas.


Luego de un rato nos permitió hacerle algunas preguntas y entre risas se me fue el tiempo y no pude hacer la mía de si sentía al igual que yo  como un 'saltico' en el corazón cada vez que comenzaba a hablar. Pero a cambio respondió, sin saberlo, muchas que yo aún no habia llegado a formular en mis adentros.

Pero de todo, lo que más me gustó fue notarlo nervioso. Saber que, a pesar de ser todo un profesional, aún tenía nervios. Creo que el momento en que se pierden esos nervios es cuando debemos retirarnos. No importa lo que hagamos.


Los nervios -a mi entender- son la forma en que muchos expresamos nuestro sentir. Al sentirlos mostramos respeto por lo que hacemos y nos confirmamos cuán emocionante es. Los nervios son muestra de que estamos vivos y vivimos lo que estamos haciendo.Cuando perdamos esos nervios tendremos que revisarnos y revisar lo que estamos haciendo. Cuando no sintamos esa espinita en el pecho, cuando no nos tiemble algo o no nos corran sudores, habra que ir pensando en cambiar lo que hacemos.



Hace ocho días conocí a una persona con una historia que contar y con una gran voz para contarla. Una persona que hizo que, al llegar a casa horas después, me preguntara qué quería ser y hacer y qué estaba haciendo para lograrlo.

Hace ocho días conocí al rostro tras la voz que noche tras noche entra a mi casa a través de la televisión diciendo: “¡Hey qué chévere!”